Los carteles fascistas

La manipulación de las masas llevada a cabo por el fascismo parece inconscientemente inspirada en la doctrina de Pavlov y sus reflejos condicionados, leyes que rigen las actividades nerviosas superiores del hombre. La propaganda, considerada por Goebbels como un arma de guerra, constituía el elemento fundamental con el que se atraía nuevos adeptos a la causa del nacionalsocialismo. La actividad propagandística tiene dos funciones primordiales: inculcar un número elevado de ideas a un grupo reducido de personas y agitar a un gran número de personas mediante un número reducido de ideas. Los que sucumben ante esta estrategia son pequeño-burgueses, presas fáciles del miedo que resulta de una sugestión imperativa como la del régimen hitleriano. El autor soviético Serge Tchakhotine afirmaba que esta porción de la sociedad poseía un sistema nervioso inestable, y que a menudo se sentían contentas al verse dominadas y guiadas.

Entre los factores visuales utilizados para atraer a las masas, se observa el predominio del color rojo (al que se le atribuye una acción fisiológica excitante y es utilizado generalmente por partidos de izquierda o pretendidamente «revolucionarios») y los uniformes militares de colores vistosos. Según palabras de Domenach: «la propaganda toma de la poesía la seducción del ritmo, el prestigio del verbo e incluso la violencia de las imágenes».

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Según la página http://www.claseshistoria.com:

Para atraerse a las masas, los regímenes fascistas pusieron gran empeño en controlar los medios de comunicación , especialmente, la radio y la prensa. Una vez en el poder abolieron la libertad de opinión, persiguieron a los periodistas independientes y utilizaron masivamente la propaganda para inculcar valores como patria, jefe, raza, etc.

Maestro sin igual en esas prácticas fue el Ministro de Propaganda del III Reich, Joseph Goebbels .

Junto a esos medios se empleó el terror , la delación , la represión y la reclusión en campos de concentración, valiéndose incluso del asesinato.

Simultáneamente, se pretendió ofrecer una imagen atractiva del régimen, tanto en exterior como en el interior, mediante el empleo de una parafernalia grandilocuente: exhibición de vistosos uniformes, saludos marciales , despliegue de banderas y estandartes, brillantes d militares presididos por los jerarcas, discursos, etc. Se intentaba de ese modo impresionar a las masas y comarlas de orgullo patriótico.


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