Los carteles en la Guerra Civil Española

La Guerra Civil española tuvo una dimensión internacional que también se dio en el campo de la propaganda. Describiremos la orfusilesganización de la propaganda en ambos bandos:

El bando franquista

El bando franquista se consolida territorialmente en los primeros momentos, dispone de muchísimos, menos instrumentos para difundir su propaganda. Las grandes ciudades habían permanecido leales a la República y, con ellas, los periódicos, el papel de prensa, las más potentes emisoras, los estudios y el material cinematográfico. Lentamente y con ayuda exterior italiana y alemana estas carencias iban a ser poco a poco subsanadas.

El Ejército, el clero y el nuevo partido surgido del decreto de unificación de 1937 iban a uniformar rígidamente la información y la propaganda en el lado faccioso, cuyo modelo propagandístico hay que buscarlo en la Italia mussoliniana y en la Alemania hitleriana pero sin el carisma de sus líderes y con un tinte clerical y pacato. Uno de los «leit-motiv» fundamentales iba a ser la «barbarie roja», otro, la idea de «cruzada».

La Iglesia puso toda su organización al servicio de la propaganda de los facciosos. Aportando gran parte del contenido ideológico de lo que iba a ser el nuevo régimen y proporcionando a los generales rebeldes la justificación necesaria para su acción.

Una de las realizaciones más importantes en el terreno de la propaganda del bando franquista fue la promulgación de la Ley de Prensa de 22 de abril de 1938, obra de Serrano Súñer que estaría vigente en España hasta 1966, a pesar de haber nacido con carácter provisional. En cualquier caso, y sin detenernos en otros detalles, hay que señalar que concibe a la prensa como un servicio público y que los organismos pertinentes del estado pueden intervenir en su gestión y en sus contenidos en toda ocasión.

No faltaron intelectuales ilustres en la España franquista que contribuyeron a la actividad propagandística. Además de algunos profesores e investigadores, los rebeldes contaron con las voces de Pío Baroja, Manuel Machado, Eduardo Marquina, Wenceslao Fernández Flórez, Enrique Jardiel Poncela, Julio Camba, etc., así como con el grupo de reaccionarios de Acción Española como Pedro Sainz Rodríguez, Víctor Pradera, Ramiro de Maeztu, José María Pemán, José Pemartín y otros. Entre los falangistas podemos destacar a Ernesto Giménez Caballero y al exaltado sacerdote navarro Fermín Yzurdiaga que dirigía el periódico falangista de Pamplona Arriba España y que creó la revista Jerarquía, que se autodenominaba Revista negra de Falange;

El tema de la Raza y de la Hispanidad, fue un argumento recurrente de la propaganda franquista y durante y después de la guerra consiguió tener un eco considerable en la América Hispánica.

El bando republicano

La zona que permaneció leal al gobierno legítimo contó desde el primer momento con una infraestructura muchísimo mayor para su propaganda en prensa, radio, cine, editoriales, etc.

En toda la zona controlada por el Gobierno de la República la prensa escrita se transformó por completo. Los periódicos de la derecha o bien dejaron de publicarse, o bien lo hicieron por cuenta de partidos y organizaciones leales al Gobierno.

Hay que mencionar también la “prensa de trinchera”. Fueron numerosísimas la publicaciones de las distintas unidades militares, sobre todo en el bando republicano. Estos periódicos de guerra destinados al sostén de la moral de los combatientes, así como a su adoctrinamiento político e ideológico, contribuyeron también a las campañas de alfabetización que, a pesar de las enormes dificultades, se llevaron a cabo en los frentes de batalla.

El bando republicano llevó a cabo una obra de extensión cultural cuyo papel propagandístico es innegable, de tales dimensiones y con tal cantidad de organizaciones que excede todo lo que aquí podamos decir de ella.

Buena parte de la propaganda gubernamental se orientaba a la defensa de la causa republicana en el exterior que, en principio contaba con mayores simpatías que la de los rebeldes. Su mayor dificultad en este terreno venía dada por el creciente peso de los comunistas e indirectamente de la Unión Soviética dentro del campo republicano y también por la persecución religiosa, muchas veces incontrolada, y difícil de ocultar.

El Gobierno Republicano disponía fuera de España de las representaciones diplomáticas regulares, cuyos servicios de prensa, además de servir comunicados a los distintos periódicos y agencias, editaron en muchos casos folletos de propaganda en varios idiomas. En las embajadas de París y Londres se publicó en francés y en inglés una serie de folletos sobre las destrucciones del tesoro artístico español a manos de los fascistas, referidos cada uno de ellos a un caso concreto: el Museo del Prado, el Palacio del Infantado de Guadalajara, el Palacio de Liria en Madrid, etc.

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